19 enero 2011

Radio Asfalto (1ª Parte)

Cada mañana sonaba el despertador a la misma hora. Después de un período prudencial en el que acababa comprendiendo que no era posible seguir luchando contra él sin accionar el mecanismo que lo apagase, (lo que conducía irremediablemente a perder el hilo del sueño), me arrastraba hasta la ducha y después hasta la cafetera donde mi padre ya había clavado la primera bandera de la mañana. Me vestía, cogía mi mochila llena de apuntes y cuadernos, me despedía de mi padre y salía a la calle camino del autobús que se dirigía a la Universidad. Allí, sin excepción, cada día esperaba a que pasase el primero de los autobuses rojos con el número 85, y en ese momento me incorporaba, caminaba hasta el semáforo, cruzaba la calle y esperaba a otro autobús de la misma línea, pero que hiciera el camino contrario. El 85 me llevaba apenas tres paradas más allá de mi casa hasta un par de manzanas del lugar donde se encontraba la emisora de radio local del barrio, mi verdadero destino. Radio Asfalto era nuestro refugio, bueno, el mío y el de 5 o 6 personas más que vivíamos ya con nostalgia los últimos coletazos de la época dorada de los barrios madrileños, en una especie de burbuja de tiempo amueblada al modo de los ochenta, y en la que no dejaban de sonar las bandas de entonces, en pleno período de olvido antes de que, unos quince años después, todos se acordasen de ellas y ellas dejaran de acordarse de los que nunca las olvidamos. Era nuestro mundo imaginado de ondas hertzianas, en el que jugábamos a ser de otro tiempo, sabiendo que nuestro sueño era mucho más real que la realidad de nuestros compañeros de época abocados a la anestesia moral de fin de siglo. Un sueño romántico de micros y mesa de mezclas, de relatos radiofónicos de los que ya no se hacían o de canciones dedicadas de los Rolling, Leño, AC/DC, Barricada o Barón Rojo...

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