13 enero 2011

El estudiante (1ª parte)

Era para todos un misterio. Nadie de mi entorno había coincidido con él en ninguna clase de la Facultad, ni tenía la menor prueba de que estuviera trabajando quizá en el doctorado para algún departamento. Simplemente aparecía cada mañana en la biblioteca principal de la Facultad de Psicología, armado de varios libros y libretas, siempre antes de que ninguno de nosotros llegara por allí para estudiar o consultar algún libro. No es que esto último fuera especialmente extraño, dado que el verbo madrugar era de aquellos difíciles de conjugar para los miembros del taller literario de la Facultad, caprichos de la bohemia imagino, pero el hecho de encontrarlo siempre allí antes que cualquiera, como si hubiera pasado la noche oculto entre las estanterías, no hacía otra cosa que acrecentar el mito. En fin, nadie de nuestro pequeño mundo, nuestro mundo al fin y al cabo, le conocía ni sabía de sus ocupaciones, y esto le hacía especial en un mundo de normalidades contra las que rebelarse. Un mundo pequeño, sí, nuestro mundo, pero tan lleno de detalles y tan nuestro, arropado entre las paredes forradas de moqueta y la madera oscura de las altas mesas de la biblioteca, que no hacía falta acudir al tiempo y al recuerdo para observarlo con la magia con que hoy se presenta ante nosotros. Y aquella figura enjuta, con su jersey marrón y sus pantalones de pana gris, absorto entre libros que no alcanzábamos a adivinar ocultos tras el parapeto de las mesas de estudio, tenía algo de puerta secreta, de mensaje eterno por descifrar en aquel espacio de imaginación, literatura, psicología y juventud rebelde...


Foto tomada de: http://www.up.edu.mx/Default.aspx?doc=4929

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